PEOR QUE PERRITOS SIN DUEÑO    

Por Horacio Cárdenas Zardoni 

Dice un viejo chiste, bastante malo y todavía más negro, que ¿cómo sabes cuando un niño es adoptado?, pues muy fácil, es al único al que su mamá no lo está fastidiando con que se ponga un suéter, aunque no esté el clima para taparse tanto. Se nos hace una exageración, además mal intencionada y hasta envidiosa, porque a los niños adoptados, sus padres hicieron un esfuerzo por cumplir un largo y pesado caudal de trámites para ser elegibles por un sistema poco amable, en cambio los niños que nacen en una familia, muchos de ellos pueden ser calificados como accidentes biológicos… aunque se escuche feo. Es más fácil y probable que un niño adoptado sea un hijo deseado, que un hijo natural tenga esa característica, a la mayoría de las familias simplemente “les nacen”, y pues ni modo, hay que mantenerlos, a los nuevos y a los que ya estaban.
Decíamos del sistema. De veras, para convertirse en padre de un hijo adoptivo, hay que cumplir una larga lista de requisitos, mismos que no se le exigen a un padre biológico. Por ejemplo lo de los no antecedentes penales, se le exige a un adoptante, pero no a un padre natural, al que no se le pide absolutamente nada; tomar cursos, exámenes sicológicos, estudios socioeconómicos, van y le revisan la casa ¿y cuándo ha visto que a un padre y madre que concibieron “a la manera tradicional”, se les haya exigido tener trabajo, un ingreso fijo, no haber tenido roces con la justicia, ni grandes ni pequeños, demostrar una adecuada salud mental, tener casa, y que esta esté limpia, amplia, lo que sea?, nunca.
Es raro, pero el sistema es así, con los que quieren ser padres, se ensañan para cumplir con cuanta exigencia se les pueda ocurrir, pero en cambio a los que les caen los bebés, a esos nada, de hecho no es rato que luego se conviertan en clientes de la procuraduría de la defensa del menor, esa de los niños y las niñas, por maltrato, abandono, o alguna otra situación, de las que no es que estén exentas las otras familias, pero sí se dan en mucho menor medida.

Hablemos ahora de perritos, de lomitos como a algún ingenioso se le ocurrió hace algún tiempo y ha pegado la denominación. Es igual, antes, cuando nacía una camada de perritos, allí tenía a los dueños buscando colocarlos con quien y donde se pudiera, era más bien una cuestión de rogar que se los aceptaran, que alguna otra actitud. Claro, había la distinción entre los finos, con pedigrí y los criollos o corrientes, pero aun los primeros cuando no lograban venderlos, pasaban a ser ofrecidos de manera más económica, con precios muy reducidos.

Todavía hay un montón de anécdotas de perros que en la calle se ponen a seguir a un prospecto de dueño, poniéndoles los clásicos ojitos tiernos, a ver si se apiadan de ellos y los adoptan, pero estos son cada vez son menos los casos. En tiempos pasados así se formalizaron miles de relaciones, muy satisfactorias para ambos, ¿pero quien nos salva del progreso?
¿Hoy?, como si de niños se tratara. Hay hasta una ley, o por lo menos un reglamento, que prohíbe su comercialización. No hace muchos años iba uno a Arteaga, donde cada domingo se concentraban los criadores a ofrecer los que tenían, allí iban las familias y se regresaban a casa con un nuevo integrante peludo. No vamos a negar que había abusos, que vendían perritos todavía muy pequeños, sin destetar, y cosas así, muchos no sobrevivían, pero la mayoría sí.

En la actualidad son los vendedores los que entrevistan a los que van a comprar al perro, a ver si les llenan el ojo de que serán buenos dueños de un mascota, si no los convencen, olímpicamente les niegan la venta, váyase con su dinero, que no nos agrada. Todavía le dan seguimiento por meses y años, a ver cómo ha ido creciendo el animalito, si se ve contento, si está sano y bien alimentado.
A lo mejor el interés es bueno, pero de que pueda servir en que una situación anómala se corrija, allí si tenemos que expresar nuestras dudas, si el perro se les enfermó o se les murió a sus nuevos dueños ¿qué? Ni modo de revivirlo, ¿o lo aceptarán de vuelta y devolverán el dinero?, no lo creemos. Esto rige para los animales de compañía y también para los niños adoptados. El sistema, pretendidamente infalible, seguramente bien intencionado, en la realidad termina por incomodar a los padres adoptivos de unos y otros.
Todo esto viene a cuento porque publicó el tribunal electoral que en los próximos días estará comenzando a revisar la documentación de personas que declararon pertenecer a la comunidad LGTB+, y de los que existe la sospecha de que pudiera tratarse de gente que está fingiendo. Y se nos ocurre preguntar ¿de veras habrá gente que intente convencer a la población, y a las autoridades electorales, que son homosexuales sin serlo? No es que critiquemos que se presuma esta característica, ni siquiera vamos a llamarla condición ni nada peor, simplemente así son ellos, ellas o elles, y tan sencillo.

Pero que el Tribunal electoral quiera fiscalizarlos a ellos, cosa que no hace con los candidatos que presumen de heterosexualidad, nos parece que raya en la discriminación, y en una violación a los derechos humanos. Si se pusieran estrictos, que les exijan a los otros, los supuestos normales, prueba irrefutable de su heterosexualidad, como a ellos quieren de su homosexualidad. Como que no resulta tan agradable que sus vidas sean examinadas bajo el microscopio, y los resultados del estudio exhibidos para que todos los vean.
Sobre todo en los días recientes, que han salido a relucir hechos cuestionables, como delitos que los tienen bajo proceso penal, como que no es lo más justo ni correcto fijarse en una característica de las personas, dejando fuera otras que sí son graves, y que probable o seguramente terminarán por afectar el desempeño de las personas, si es que llegaran a ganar.
Tienen años con las declaraciones 3 de 3, 5 de 5, 8 de 8 y alguna más se les ocurrirá en los años por venir, y de todos modos no hay garantía que no se les cuelen por allí toda clase de marrulleros, que si nos ponemos roñosos, por el solo hecho de querer ser políticos ya se hacen de sospecha, pero esas cosas no nos competen.
Aquí no queremos decir que esté mal el proceso de adopción, pero sí podría estar mejor, ser más humano y menos burocrático, el de personas, el de animales, pues lo mismo. Lo que sí debería cambiar es el del trato que se da a las personas LGBT+, de las que se sigue desconfiando, despreciando y discriminando, y a las que para acabarla, se les trata con condescendencia ¿pues quien hizo a los juzgadores tan perfectos?