En el nombre de la legalidad

Lic. Marco Campos Mena

En los años 90 el entonces presidente de México, Ernesto Zedillo, mencionó que para que un país pueda funcionar, son necesarias tres cosas: “ESTADO DE DERECHO, ESTADO DE DERECHO Y ESTADO DE DERECHO”

¿Qué significa esto? ¿Por qué es tan importante?

Hablar de Estado de derecho es referirnos a un deber ser, un cumplimiento cabal de las leyes que rigen al Estado tanto por el ciudadano como por la misma autoridad, o, en términos políticos, la utopía que no se ha podido alcanzar por culpa de la corrupción.

Para lograr el Estado de derecho, es necesario que la misma autoridad sea la primera en respetarlo a fin de que no se preste a los actos de corrupción, sin embargo, y por desgracia, es la primera en violarlo.

Lo peor, la misma autoridad busca la manera de hacer “legales” sus actos para no ser mal vistos o al menos no ser juzgados por la comisión de algún delito.

Recuerdo en las clases de derecho que a esto se le conoce como la buchaca, término que hace referencia a que en la ley encontraremos limitaciones a casi cualquier cosa, en otras palabras, “no se puede, no se puede, no se puede” … Pero también encontraremos el cómo, si se puede como una puerta trasera para imponer su voluntad de manera legal sin romper con la intención inicial, o como diría Montesquieu, el espíritu de las leyes.

Un ejemplo que analizábamos en clase y clave para entender esto es el que los extranjeros no pueden tener propiedades en las costas mexicanas, para lo cual se debe entender que los hoteleros de cadenas extranjeras no podrían tener sus propiedades en las playas mexicanas por un tema de “prevenir invasiones”, sin embargo, todas las playas y zonas turísticas se encuentran llenas de inversiones de extranjeros. ¿Cómo es eso posible?

En su momento veíamos que a todos esos “no se puede” se agregaba una “cláusulita” que cambiaba todo, algo similar a lo que podríamos llamar “las letras chiquitas” o la buchaca, el “sí se puede”.

La excepción era muy simple, tiene que haber un socio mexicano… ¿Y quién creen que sería ese socio? Se los dejo a la imaginación.

La legalidad en México es un tema que se encuentra entre la flagrante violación y el dilema moral, pues, para muchos, el que se encuentre en una ley, pese a ser algo totalmente hecho a modo, es suficiente para no ser mal visto.

En ese sentido, la 4T brilla por su excepcional desempeño, sus logros son tan destacables como la frase épica, legendaria e insignia de Andrés Manuel “es que” López Obrador: “a mí no me vengan con ese cuento de que la ley es la ley”

Una de las barbaridades legales que siguen cometiendo es la de dar adjudicaciones directas a sus proveedores favoritos, lo cual no es otra cosa que corrupción flagrante y descarada.

Existe una ley, se da igualdad de oportunidades a todos y se busca el bien para el pueblo con ello contratando al proveedor que ofrezca la calidad necesaria al mejor precio.

Las consecuencias ya se hicieron evidentes, el tren corrupción “maya” se descarriló por un acto de corrupción que quedó evidenciado en los audios, la historia ya la conoce, sabe que incluso en tono de burla decía que para cuando se descarrile el tren ya pensarán que hacer, pero por mientras ya se habían quedado con la licitación al no permitir que otros competidores ofrecieran un producto de calidad y dándole dinero al laboratorio para que solo aceptase sus muestras.

Otro de los escándalos más recientes es el debilitamiento de la ley de amparo con el que buscan evitar que se meta el amparo contra las leyes a todas luces inconstitucionales, ¡RESPETEN EL ESTADO DE DERECHO!, eso es un acto de traición al pueblo descaradamente que atenta contra la supremacía constitucional al no permitir que se pueda promover un amparo contra la ley que la contraviene a fin de aplicarla sin restricción.

La misma paradoja es que se tendría que promover el amparo para que no sea aplicable este debilitamiento del amparo al atentar contra la supremacía constitucional que es justo lo que se busca lograr con esta reforma.

Es necesario que los mismos ciudadanos tengamos también el valor de respetar la legalidad para poder exigir del mismo modo a las autoridades su cumplimiento, tenemos que hacernos del buen hábito, negarnos a la corrupción y denunciarla públicamente, en los juicios, aceptar las consecuencias y saber que podemos reponernos de todo.

Tal vez no ayude mucho que esta es la época de los influencers que disfrutan de retar las normas y que la gente les aplauda su estupor, pero si comenzamos por la educación de los hijos en tiempo y con dedicación, probablemente en 30 años tengamos un México sumamente diferente. ¡Empecemos hoy el cambio!