Ciudad de México, 29/12/25 (Más).- En un escenario político adverso para la oposición mexicana, Alessandra Rojo de la Vega ha emergido como una figura clave en la reconstrucción del bloque opositor rumbo a las elecciones legislativas de 2027 y presidenciales de 2030.
La actual alcaldesa de Cuauhtémoc, una de las demarcaciones más complejas y simbólicas de la capital, logró arrebatar al oficialismo esta estratégica alcaldía en las elecciones pasadas, desafiando el dominio casi absoluto de Morena en la Ciudad de México.
De acuerdo con una entrevista publicada por el diario El País, Rojo de la Vega, de 39 años, se ha convertido en un símbolo de resistencia política.
Nieta de un inmigrante italiano que huyó del fascismo, exdiputada local y activista feminista, la alcaldesa ha sido objeto de múltiples ataques, tanto físicos como políticos. Uno de los momentos más críticos ocurrió previo a los comicios de 2024, cuando fue víctima de un atentado que el oficialismo calificó como un montaje.

Hoy enfrenta una investigación impulsada por el Congreso local, dominado por Morena, tras ser acusada de incitar la violencia durante una protesta encabezada por jóvenes. La alcaldesa sostiene que esta es una maniobra para destituirla: “Han sido muchos los intentos de callarnos”.
Con una trayectoria marcada por el activismo y el trabajo comunitario, Alessandra Rojo se niega a definirse por una ideología y apuesta por una agenda centrada en el combate a la corrupción, la defensa de los derechos humanos y la igualdad de género.
En su despacho, decorado con símbolos feministas y libros religiosos como el Zohar, insiste en que su lucha no es por el poder, sino por la transformación real de México desde lo local. Madre de tres hijos, asegura que su objetivo inmediato es dar resultados en la alcaldía, sin pensar en una candidatura presidencial. “Tal vez eso me hace muy diferente a los políticos”, dice.



Durante su gestión, ha denunciado haber encontrado una alcaldía devastada por la corrupción y con una profunda infiltración del crimen organizado. “Nos enfrentamos al sistema más corrupto que he visto”, relató, describiendo un panorama de oficinas destruidas, servicios públicos inoperantes y vínculos directos entre autoridades y grupos criminales. Ha presentado más de 40 denuncias ante la Contraloría y, aunque reconoce avances, afirma que aún queda mucho por hacer, especialmente en materia de seguridad y presupuesto, pues señala que la asignación de recursos no corresponde con la carga real de población flotante que atiende la Cuauhtémoc.
Rojo de la Vega reconoce el riesgo constante de su posición: espionaje, vigilancia a su familia, y una campaña sistemática de desprestigio. Sin embargo, asegura que no piensa ceder ni silenciarse. “Estoy aquí por mi propia historia”, afirma, y añade que lo que la impulsa es la convicción de que México necesita voces firmes y auténticas, ajenas a los intereses partidistas. Su enfoque se centra en proteger la vida y en ser un contrapeso al poder que, según dice, se ha vuelto represivo y corrupto.
Frente a la narrativa oficialista que la señala como simpatizante de la ultraderecha, responde que no se identifica con etiquetas ideológicas y que su compromiso es con los derechos humanos. “Ningún derecho debe retroceder, ni un paso atrás”, advierte, al tiempo que defiende el aborto, los derechos de la comunidad LGBTIQ+ y de las infancias trans, como parte esencial de su visión política.
Aunque diversos sectores de la oposición la ven como una posible contendiente para 2030, Rojo de la Vega insiste en que su único plan es seguir trabajando por la Cuauhtémoc y que serán los ciudadanos quienes decidan su permanencia. “Hay una sola oportunidad de salvar este país y es tener contrapesos en 2027”, reflexiona. También lanza un llamado a los millones de abstencionistas para que se involucren en la política y ayuden a construir una alternativa más allá de los partidos tradicionales.
Crítica del actual gobierno, a quien acusa de haber traicionado su promesa de combatir la corrupción, la alcaldesa también cuestiona el discurso feminista del oficialismo. Sobre el eslogan de la presidenta Claudia Sheinbaum que proclama la llegada de todas las mujeres al poder, Rojo de la Vega sostiene que ser mujer no equivale a tener una perspectiva de género. “Nos debería unir la causa de las mujeres, pero se nos ataca con toda la fuerza del Estado”, lamenta.
Tras el atentado que sufrió, admite vivir con miedo y haber recurrido a la terapia, algo que nunca pensó hacer. Sin embargo, su compromiso se mantiene firme: “Sigo, con todo y miedo”, concluye.
Descubre más desde Más Información
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
