Por Horacio Cárdenas
Hubo una época en la que el senado de la república era una auténtica institución. No por lo que dice la ley que debe ser el senado, sino por el papel que el sistema político le asignaba al mismo, o más puntualmente, por los hombres, casi eran puros hombres, que lo integraban.
A lo mejor no gusta lo que comentamos, pero eso nos tiene muy sin cuidado, era la verdad. Al Senado de la República el sistema, cuando era exclusivamente unipartidista, enviaba a sus santones… políticos de la más alta jerarquía, influencia y poder, que sin embargo se habían ido haciendo viejos, o incluso que habían comenzado a chochear o a ser incómodos para la clase política gobernante, ¿y qué mejor manera de “ponerlos a pastar”, que enviarlos al senado por seis años? Era el senado una especie de período prejubilatorio, a sus mejores hombres todavía les asignaba el encargo de defender a la patria, bueno, los intereses del propio sistema y partido, desde la que se decía la más alta tribuna de la nación mexicana, allá que fueran a debatir, departir, pelearse, jugar dominó y tomar café con sus pares, con una remuneración y prebendas envidiables, con la consigna de que era la última parada, y de allí puros homenajes, en vida y póstumos.
Pero se llegó la apertura política, la democracia a la mexicana, aquella de cambiar las cosas para que las cosas siguieran igual, o casi, consideró oportuno que el senado ya no fuera una especie de club exclusivo para priístas, que eran los únicos que ganaban elecciones, sino que también debía tener un espacio para la primera minoría, entonces se pasó de dos senadores por estado a tres, y luego hubo otros manoteos y manoseos, que pueden entenderse como ajustes de la maquinaria política de esta parte del poder legislativo.
Fue entonces que empezaron a llegar al senado políticos que no estaban todavía en la tercera edad, ni al fin de su carrera política, sino que comenzaron a ver el senado como un escalón más en su siempre ascendente escalamiento de puestos, fue entonces que ser senador se convirtió en un espacio de privilegio para llegar a ocupar la gubernatura del estado de proveniencia del político. Lo que son las cosas, a veces eran gobernadores los que se convertían en senadores y ahora los senadores tenían mano como aspirantes a gobernadores, pero tampoco era cosa hecha, como lo estamos viendo en el actual proceso electoral en algunas entidades federativas, que el sello senatorial no garantiza nada, y este que en algún momento fue equiparado, aunque fuera solo en tiempo de gestión, como equivalente a gobernador o presidente de la república, tiene que fajarse contra otros grillos que ocupan posiciones menores y hasta ninguna, y a veces hasta pierden.
Ahora que vemos la escena política estatal con vistas a la elección federal del año entrante, se puede decir que se ha desatado una auténtica euforia entre los políticos locales por llegar al senado. Y uno se pone a pensar ¿de veras sabrán lo que es ser senador de la república, o se sienten que tienen los tamaños políticos para aspirar a posiciones que antes estaban reservadas para lo más granado de la política de cada estado?, vaya usted a saber lo que pasa por la mente de cada quien, aunque no nos sorprende nada enterarnos que cada uno de ellos se siente no solo con merecimientos, sino que el mundo les debe algo, en este caso, pertenecer al selectísimo grupo de senadores.
Comenzando con las funciones del senado, por si no se las saben, tomado de la página de aquel: tiene el poder de proponer, discutir y aprobar leyes, así como de enmendar y analizar las leyes que provienen de la Cámara de Diputados, ratifica los nombramientos que el Presidente de la República realiza para cargos como embajadores, ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, entre otros (en lo que por cierto el actual está omiso con alrededor de 130 nombramientos, todo porque al presidente le gusta gobernar él solito, sin que nadie le supervise nada); El Senado aprueba tratados internacionales y acuerdos celebrados por el Presidente de la República con otros países, que son más bien pocos, y en este sexenio tirándole a casi ninguno. Más o menos esas son sus funciones, que alguien podrá decir que son poca cosa, y que si no fuera porque les encanta el chisme y la grilla, se pegarían unas aburridas de antología.
¿Eso es lo que quieren ir a hacer al senado Tania Flores, Lizbeth Ogazón, Claudia Garza del Toro, Cecilia Guadiana, Luis Fernando Salazar, entre otros grillos que aspiran a la nominación de MORENA? Qué esperanzas que alguien pudiera llegar a ser senador, senadora de la república por el solo hecho de que su papá ocupa el escaño y quiere sucederlo, o que alguien que ha ocupado una diputación local, una presidencia municipal o una delegación federal, pueda colgarse la medallita de ser santón, o santona en su estado. En la lista también va Salazar, quien ya fue senador, por el Partido Acción Nacional, y quien sí supo sacarle jugo a las prebendas y relaciones, también Ricardo Mejía Berdejaquiere la nominación, como una concesión al Partido del Trabajo, del que se supone que es coordinador en Coahuila, luego de haber sido su candidato a gobernador y que el propio partido lo mandara por un tubo cuando le hicieron manita de puerco al puerco, para que no le hiciera sombra, es un decir, a la candidatura de Armando Guadiana, que iba por MORENA, y ambos acabaron con votaciones de lástima.
¿Quiénes han sido senadores por Coahuila?, pues digamos que políticos de cierta envergadura, desde luego mayor que la camada de los que ahora aspiran, están, estuvieron por ejemplo: Ernesto Saro, Jesús María Ramón, Braulio Fernández, Melchor de los Santos, Rosendo Villarreal, Gaspar Valdés, y varios que fueron gobernadores, Rogelio Montemayor Seguy, Eliseo Mendoza, Braulio Fernández, Oscar Flores Tapia, Eulalio Gutiérrez.
Pero bueno, ahora sí que la investidura inviste, o como se diga, estos no eran senadores hasta que lo fueron, y de la lista de cuestionables políticos morenistas actuales, alguno o alguna será nominado candidato y quizá uno o dos lleguen al senado por la vía de la primera o segunda minoría, o por la truculenta de la representación proporcional, que para eso el sistema y los partidos se pintan solos.
Pero eso de que sean representantes del pueblo de Coahuila… no lo representan en la actualidad, menos cuando traigan el aura de senador, bueno sería que se enteraran y entrenaran de lo que hace un senador, aunque sea para no llegar a hacer el ridículo, como alguna vez lo hizo Ana Guevara, que ni sabía dónde estaba el senado. Por lo pronto la caballada de MORENA está de miedo, del PRI y del Frente, si van en macolla, todavía está por verse quien asoma la cabeza, pero no se les ve mucho entusiasmo que digamos.