COSA HECHA   

  

Por Horacio Cárdenas Zardoni

Pues al final de cuentas pasó lo que se esperaba que iba a pasar, el Congreso del Estado de Coahuila aprobó el incremento del Impuesto sobre Nóminas, del 2% que era desde el año 2012, al 3%, que comenzará a regir a partir del primer día, o más bien de la primera raya o quincena, del año 2024.

Todavía nos acordamos cuando en tiempos de Eliseo Mendoza Berrueto se cabildeó para establecer esa contribución, que al menos en Coahuila, era totalmente nueva aunque a lo mejor en otros estados ya se cobraba o que incluso viniera con la recomendación y el aval de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que en muchas ocasiones hemos escuchado a su titular del momento y funcionarios que lo acompañan, recomendar a las entidades federativas y a los municipios, increment6ar la recaudación de recursos propios, pues que lo que les cae, es para ellos y son muy rejegos para repartirlo. Con esa mentalidad de que Lo de Hacienda es de Hacienda, no hay para cuándo pueda progresar alguna iniciativa tendiente a eso de lo que tanto se ha hablado y nada logrado, establecer un nuevo pacto fiscal federal.

¿Quieren dinero?, pregunta Hacienda, cóbrenlo ustedes, ah pero tampoco se piensen que pueden inventar impuestos a su gusto, de ninguna manera, pues eso afecta a la población, a la que de por sí se le bajan más o menos el 70% de sus ingresos vía las más disparatadas contribuciones, así que las áreas de finanzas en los estados y municipios se han tenido que ir por el ensayo y error, a ver qué impuestos pueden establecer, que funcionen, que no creen problemas políticos, y que fortalezcan las arcas públicas, que es lo que en el fondo de veras les interesa.

Según la última nota aparecida en las páginas de Finanzas de los periódicos, para este mes de noviembre se consuma el enésimo recorte en las participaciones que la Federación entrega a los estados. Pretextos para recortar, los hay siempre, y el actual sexenio ni siquiera los ha necesitados, simplemente llega el aviso de que en esta ocasión, el recorte viene de tanto más cuanto.

¿Qué importa que el presupuesto de egresos de la federación, en consonancia con la Ley de Ingresos, y sus contrapartes en cada entidad, hayan dispuesto que el gasto programado sea de tanto, para cumplir este, este y objetivo, meta y programa de trabajo?, se asigna el dinero que se puede o el que se quiere o se aprobó asignar, y el resto, ya sabemos, queda al  manejo discrecional de la Federación. Si alguien reclama el porqué no se cumplió con tal o cual cosa, la respuesta que hay que dar es la de que no alcanzó el dinero, la culpa no la tiene, o si la tiene, no la acepta nadie. Y ni modo, hay que buscar mecanismos para no quedarnos solo con el problema y el descontento, y tratar de hacer las cosas que se vayan pudiendo, con lo que se logró contribuir fuera de la supervisión de Hacienda.

El caso es que desde hace más de treinta años se viene cobrando el Impuesto sobre Nóminas en Coahuila. Costó una ardua negociación entre el gobernador Eliseo Mendoza y los organismos empresariales, que aceptaron un modesto 1% de carga fiscal adicional al pago de la nómina de trabajadores, y que si acabaron cediendo fue por la nada despreciable razón de que se suponía que se aplicaría, de manera íntegra, a la realización de obras de infraestructura, que reforzaran la capacidad productiva de las empresas.

Así en corto el impuesto cumplía con el objetivo que debe tener toda contribución: el de que los beneficios estén a la vista de quien le entró con su cuerno, no que se los vengan a platicar en un informe de gobierno de un supuesto beneficio que se entregó “en especie” a los habitantes de alguna comunidad de la que en la vida han escuchado hablar, en donde lo mas probable es que ni siquiera consuman los productos que fabrica la empresa. No, el ISN tiene, o debería tener esa virtud, ¿hace falta un puente, una ampliación a un tramo de carretera?, pues allí está el dinero y el beneficio.  A lo mejor otro gallo le cantara al país, al gobierno y a los mexicanos, si la aplicación de los impuestos fuera más lineal, de lo que es hoy.

Sube de 2 a 3%, a lo mejor el gobernador Miguel Ángel Riquelme hubiera gustado de tener a su disposición esos mil quinientos millones de pesos para suplementar su presupuesto, y paliar aunque fuera de manera modesta el boquete de 23 mil millones que le recetó la Federación en calidad de recortes, que para colmo, llegaban sin el aviso correspondiente. A lo mejor no era el momento de plantearlo, o de aprobarlo, vaya a saber cuáles fueron las razones para querer incorporarlo en la Ley de Ingresos del 2024 y no de los seis años precedentes. O quizá no fue cosa de Riquelme, sino del gobernador entrante, Manolo Jiménez, quien encargó a la actual legislatura sacar ese asunto, previo amplio, profundo y convincente cabildeo con los organismos empresariales, pues son sus agremiados los que terminan absorbiendo esa contribución extra, bueno, es un decir, porque la terminan cargando al precio que se le cobra al cliente final, pero en algún momento este puede decidir no comprar, o no comprar tanto, y entonces la pérdida es del empresario.

Entre que  nunca le hemos caído especialmente  bien a la Federación, entre que políticamente le importamos poco, que no formamos parte de las prioridades del régimen, esas que tanto dinero del presupuesto gubernamental consumen, y por si fuera poco ocurre la tragedia del Huracán Otis en Acapulco y otros municipios del estado de Guerrero, la situación económica de Coahuila para el año entrante no pinta que digamos muy bien. Ni para el primer año ni para el sexenio completo. Por eso es por lo que Coahuila tiene que buscar y encontrar alternativas para el financiamiento de todo lo que pueda hacer falta, que nunca es poco.

Por ser el interés de los empresarios y no menos del estado y la población en general, se requiere la realización de obras viales articuladas a la expectativa de crecimiento debida al Nearshoring. Sí, somos de los estados más cercanos a la frontera, pero de los que menos presupuesto tienen para crear una infraestructura atractiva a los potenciales inversionistas ¿entonces? Pues a desarrollarla, y no con el inexistente dinero del presupuesto asignado por la federación, sino el que contribuyan directamente vía ISN.

El punto ya no es si se trata de mucho dinero o poco, si tendrá impacto en los gastos de operación de la empresa, la discusión ahora se centrará en qué obras hacer primero, cuáles después y aquellas que quedarán para tiempos de bonanza, suponiendo que alguna vez vengan o vuelvan.