La Porno-Diplomacia de la 4T

No condenar el terrorismo es avalarlo

ENRIQUE ABASOLO

La modelo, influencer y ex estrella del porno, Mia Khalifa…

Ya logré su atención, ¿verdad? Decía que la ex estrella porno, Mia Khalifa, tuvo el pésimo gusto de trivializar los ataques de Hamás a Israel con una publicación en redes sociales.

La veterana de la industria de la carne cruda subió un comentario a su cuenta de X, antes Twitter, en la que recomienda a los terroristas mejorar las videograbaciones con las que dan testimonio al mundo de sus atrocidades perpetradas.

“Díganle por favor a esos luchadores por la libertad que giren sus teléfonos y graben horizontalmente”, escribió el 7 de octubre, en referencia a que se obtienen mejores imágenes en un formato a lo ancho que a lo alto, y lo cierto es que a Khalifa le asiste toda la razón: La visión humana es panorámica, evolucionó para detectar peligros en la amplitud del horizonte y por esa razón leemos mejor las imágenes a lo largo.

En lo que no tiene razón y de hecho se equivoca peor que aquella primera vez en que le pidieron hacer un trío y sacó las maracas, es en referirse a un bien identificado grupo terrorista como “luchadores de la libertad”.

Mire, no entraremos en polémica porque para mi sorpresa, sobre este asunto, andan abundando las opiniones y resultó que todo el mundo tiene una, como pasa con el ombligo (y con el culo, cómo no). Hay entusiastas del Estado de Israel, lo mismo que defensores enardecidos de Palestina.

Tratar de fijar una postura sobre un conflicto tan complejo como el Israelí-Palestino, en un espacio tan limitado, implica necesariamente caer en reduccionismos y yo le recomiendo francamente no hacerlo, so riesgo de quedar como un total cretinazo.

No obstante, podemos mantenernos neutrales o incluso tomar partido por alguna de las dos naciones y ello no se contrapone de ninguna manera con la condena de los actos terroristas.

Me asombra y me desilusiona la imbecilidad de quienes piensan que los ataques de Hamás de alguna manera resarcen a Palestina, o que son bien merecidos por las víctimas civiles israelíes. Para mi decepción este tipo de pronunciamientos proliferó en redes.

Otros, avivados por lo que suponen es un pensamiento de izquierda, pero sólo es fanatismo antiyanqui a ultranza del más imbécil, consideran que esto es una bien merecida represalia en contra de la potencia detrás de Israel: “los malditos Estados Unidos”.

Sepa toda esa manga de descerebrados que Hamás ni siquiera es o representa la resistencia de Palestina (por demás legítima).  Hamás es un grupo terrorista independiente, fanático,  islamista (no islámico), extremista, pro teocrático, que busca la instauración de uno de esos aborrecibles califatos que tanto sufrimiento acarrean a sus pueblos.

Apoyar a Hamás o a sus acciones, aunque sea desde la insignificancia de nuestra cuenta de X o Facebook (y no obstante que nuestra posición geográfica nos regatea toda vela en aquel entierro), no es mostrarse solidario con Palestina, son meras ganas de que el mundo le falte al respeto y quizás a su santa madrecita.

Un comediante de internet lo entendió mejor a mi parecer: Hamás no es Palestina, así como un cártel no es México y sería soberanamente imbécil celebrar que un grupo de narcos de estas organizaciones criminales ultimara a unos gringos, nomás por todas las rencillas históricas que guardamos hacia nuestros vecinos del norte. Y si un YouTuber lo puede entender, seguramente cualquiera de nosotros puede también.

El terrorismo se abomina, se condena sí o sí, y eso  queda fuera de cualquier alegato. No hay causa política, social, ni mucho menos histórica o religiosa que condone el asesinato en masa de civiles inocentes. Y si todavía queda alguien con ganas de discutir “las bondades” del ataque de Hamás, muy fácil: Metemos al perro y sacamos al pro-terrorista para que se quede afuera ladrando sus razones toda la noche.

De regreso con Mia Khalifa y sus opiniones, uno no podría tomarlas menos en serio sabiendo que ascendió en la vida a puros sentones. Mía parece olvidar que un régimen fanático fundamentalista como el que ella ahora defiende, llegó a poner un precio sobre su cabeza sólo por su carrera como actriz porno.

Que una chica que se hizo célebre lavándose los dientes con miembros viriles trivialice algo tan lamentable y doloroso como un ataque terrorista es hasta cierto punto comprensible. No justificable, pero entendible. Su talento nunca ha sido el análisis de conflictos, ni el análisis de la política internacional, sino el anal… a secas.

.           Pero, que nuestro Presidente sea tan timorato como para evitar emitir una postura categórica en contra del terrorismo, eso sí ya es para preocuparnos, por la posición en que nos deja ante la comunidad internacional, sobre todo con ese segmento de naciones a las que conocemos como mundo civilizado y con las que nos conviene sostener acuerdos comerciales e intercambios de todo tipo.

Pero, además de la conveniencia, es importante que como nación nos pronunciemos como un país humanitario, que repudia no solo la violencia (eso es hasta una perogrullada), sino las formas más inhumanas de ejercer presión política como es el terrorismo, ante el cual hay que presentarse además como estado siempre firme y nunca dispuesto a negociar.

Los deseos de paz, genéricos y anodinos de López Obrador, sin un posicionamiento real, están más cerca de un discurso de “miss” en concurso de belleza que de las palabras que se esperan de un Jefe de Estado.

Declararse enemigo  del terrorismo no significa traicionar la política de neutralidad que impera en el Gobierno de México, sino de ser categórico con quienes -aun en el contexto de un conflicto entre naciones- propinan los golpes más bajos.

Desafortunadamente, estas gansadas ya no nos extrañan en absoluto, dada la indulgencia del Tlatoani para con los cárteles o bien, su falso alegato de neutralidad también en el asunto de la invasión de Rusia a Ucrania; o su renuencia a condenar regímenes antidemocráticos en Sudamérica y en suma, toda postura diplomática que valide a la comunidad internacional y a las críticas que ésta ha llegado a formularle.

Para colmo, la dilación de varios días de la precandidata Claudia Sheinbaum para pronunciarse (aunque fuese como un mero gesto para con su ascendencia) y la consonancia con la endeble postura del Presidente, nos revela que esta timorata política de tibieza es institucional y se seguirá cultivando por otros seis años.

Mia Khalifa puede alegar al menos que con sus años en el porno, el champurrado de varón se le acumuló en la mollera y le obnubiló el pensamiento. Pero el Presidente de México y su corcholata consentida sucesora, sólo evitan los juicios (a conveniencia) no por ese falso espíritu de neutralidad; sino por el temor de que un día el juicio recaiga sobre ellos y su infame régimen de sangre, muerte e indiferencia al sufrimiento humano.