Era suya… ¡y la dejaron ir!
- Maestros recuperan por minutos la Plaza de Armas, exactamente a dos años de que MARS ordenara instalar ahí “El cerco de la ignominia”, mismo que logró evadir un activista, quien enseguida fue retenido ilegalmente.
- Diversos hechos empañaron el mitin que miembros de la Coalición de Trabajadores de la Educación Pública de Coahuila y organizaciones de la sociedad civil llevaron a cabo ¡en el atrio de la Catedral de Santiago!
David Guillén Patiño
Gracias a la valiente intervención del activista Jonathan Palacios, “El “Pípila” del magisterio, quien participó en el reciente mitin realizado por docentes y sociedad civil en el atrio de la Catedral de Santiago, el gremio abrazó la posibilidad de que el gobernador Miguel Ángel Riquelme devuelta al pueblo la Plaza de Armas de Saltillo.
Al hacerlo, el mandatario estatal restablecería el derecho de los coahuilenses al libre tránsito, a asociarse, a manifestarse pacíficamente y a disfrutar de actividades artísticas y culturales, todo lo cual permanece suspendido en ese lugar desde que se instaló ahí lo que pasará a la historia como “El cerco de la ignominia”.
“Estamos ya dentro de la Plaza”, narraría durante una trasmisión en vivo a través de redes sociales Gustavo García Torres, vocero de la Coalición de Trabajadores de la Educación Pública de Coahuila, alertando: “Apresaron a un compañero y lo metieron aquí, al Palacio, con el uso de la fuerza”.
En varias ocasiones, el portavoz preguntó infructuosamente a los elementos de seguridad pública estatal que resguardaban el edificio acerca del paradero del “Jona”, como se le conoce al intrépido joven, quien minutos antes había tenido el valor de cruzar la valla metálica e introducirse en la explanada, donde ocupó una banca, mientras los manifestantes lo observaban con asombro y preocupación.
Aunque, en estricto derecho, el muchacho no estaba cometiendo delito alguno, los uniformados no dudaron en tratarlo como a un vil delincuente, haciendo alarde de sus violentos recursos de sometimiento desde el momento en que cruzó la línea con la que permanece aislada, en su totalidad, la histórica plaza.
“Mire, yo ahorita me pongo de acuerdo con mi superior”, atinó a decir un contrariado elemento de la Policía Civil de Coahuila (PCC) sin identificar cuando se le exigió que dejara inmediatamente en libertad a Jonathan Palacios, respecto del cual se le preguntó: “¿Y lo va a torturar, como acostumbran…? Suéltelo y nos vamos”.
Momentos después, llegó la respuesta por conducto de otro oficial de la PCC, aclarado: “El muchacho no ha sido detenido, ahí está, ahorita lo sacan”. En efecto, terminaron entregándolo a sus compañeros, a cambio de lo cual estos abandonaron poco a poco de la plaza, coreando repetidamente: “¡Hoy la plaza se abrió!”, para entonar enseguida el Himno Nacional Mexicano.
Después de aproximadamente 20 minutos de negociar con el grupo de policías, fuertemente armados, los manifestantes se quedaron con la idea de que Miguel Ángel Riquelme y Manolo Jiménez ya decidieron apropiarse de la Plaza de Armas, por lo que bien podrían estar catado: “El patio de mi plaza es particular, se ensucia y se enloda como los demás”, aunque ello implique violar abiertamente una larga lista de derechos humanos.
Mientras los elementos de la PCC se ocupaban de un indefenso e inofensivo grupo de maestros que reclaman sus derechos laborales y tratan de rescatar la Plaza de Armas, de manera casi simultánea un miembro de la delincuencia organizada de Colima, con antecedentes de haber participado incluso en el asesinato de un gobernador, era acribillado por civiles en las inmediaciones de Plaza Patio.
De estos dos escenarios podemos colegir, por un lado, que nuestro estado está muy lejos de estar blindado, como se asegura, contra delincuentes que supuestamente han sido repelidos por las fuerzas del orden estatales.
Y, por otra parte, que lo que verdaderamente permanece blindado, desde hace dos años, es el Palacio de Gobierno, a donde no entra ni una mosca si no es con la autorización de los gendarmes permanentemente parapetados bajo un toldo usado como filtro, igualmente ignominioso.
Con el anuncio de que solamente la élite política y las fuerzas del orden tendrían parte en “El Grito” de Independencia a realizarse en la Plaza de Armas, Coahuila se suma a los tres gobiernos estatales del país que, arguyendo motivos de inseguridad, suspenderían la celebración oficial de esta fecha patria.
Resulta un contrasentido la extraña determinación del gobierno riquelmista de excluir a los ciudadanos de participar en la ceremonia cívica en la Plaza de Armas, si consideramos que una de las cosas que el gobernador más pregona como logro de su administración es precisamente que Coahuila es el estado más seguro del país y una de las entidades con los mayores índices de justicia social. Está más que demostrado que ambas cosas son más falsas que una moneda de tres pesos.
(davidguillenp@gmail.com).